V
Pérez
sabe que no tiene escapatoria. Lo que le extraña es que los agentes
de seguridad no acaben con él allí mismo en la calle y le tomen
prisionero. Le meten en un coche y le llevan al edificio de control.
Nunca ha estado allí. Todas sus reuniones con Control se han
efectuado telefónicamente, ni siquiera sabe quién forma Control. El
edificio es el más alto de la ciudad, doce plantas que albergan
todos los abogados, arquitectos, médicos y miembros de seguridad que
la ciudad necesita para abastecerse. Cómo consiguieron hacerla
funcionar sin depender de ningún gobierno es un misterio que Pérez
jamás consiguió averiguar, de hecho, tampoco se molestó en
comprender mientras le dejasen trabajar en su proyecto. Control
consiguió que su ciudad no figurase ni en google maps y, a pesar de
estar ubicada en territorio español, el gobierno no tiene idea de su
existencia ni nunca han tenido ningún problema de financiación,
supervisión o inspección.
Le
escoltan hasta el ascensor donde otros dos guardias de seguridad le
suben a la última planta y le hacen recorrer un largo pasillo que
lleva a la sala de reuniones principal del edificio. La sala de
Control. En la puerta le indican que pase mientras los guardias se
quedan allí mismo vigilando que no salga hasta que no se lo ordenen.
En el interior solo hay una gran mesa rectangular con dieciséis
sillas alrededor todas ocupadas por hombres y mujeres trajeados. En
la cabecera una figura de sobra conocida por el doctor Pérez: el
sujeto cero.
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