domingo, 27 de agosto de 2017

Sujeto cero capítulo 4



IV

Han pasado quince días viviendo en una ciudad vacía. Sobre el edificio del control de enfermedades encontraron construida una ciudad llena de edificios, comercios, infraestructuras y vehículos. Todo vacío. Desde el mimo momento en el que los quince Víctor subieron en el elevador han estado solos explorando esta ciudad, sin abandonar sus limites porque tampoco han sido capaces de descubrir cómo hacerlo.
Grandes muros rodean la ciudad aislándola sin una salida aparente. En su interior cuatro barrios principales conforman la estructura de la urbe, cada uno diferenciado de los otros. Ha sido como vivir en una ciudad fantasma. Alimentándose de conservas y cocinando alimentos que han encontrado por todas partes han sido capaces de vivir con comodidad. Han dormido en camas dentro de edificios, pero no han sido capaces de encontrar un solo registro, un solo documento o un solo alma al que preguntar. Las calles vacías, sin dar la impresión de que alguien ha vivido allí alguna vez. El silencio es todo lo que se puede apreciar.


Durante estos quince días los quince Víctor han investigado edificio por edificio siendo capaces de identificar viviendas, comercios y edificios oficiales. Sin embargo, les queda un barrio por explorar, el barrio norte. Allí se levanta una alta torre de oficinas. No la han registrado antes porque han preferido ir limpiando la ciudad por barrios centrándose en los más cercanos al elevador. En el mismo siempre han dejado a un vigilante por si alguien subía, pero nunca volvió a moverse.
Han aprendido que no tienen recuerdos más allá de los tres conocimientos que todos comparten por lo que deducen no son personas normales sino probablemente clones de alguien más.
Juntos, se dirigen al edificio más alto porque piensan que si hay algo o alguien en algún lado, solo puede ser allí. La entrada está bloqueada y les lleva unos minutos y todo su esfuerzo apartar todas las barricadas que se interponen entre ellos y la puerta. Parece como si alguien hubiese querido asegurarse de que nadie entrase. Una vez en el interior la falta de luz es lo primero que se percibe. Si no fuese por la luz del sol que se filtra por los cristales de la entrada no se vería nada. Víctor diez consigue encontrar un interruptor que ilumina todo el acceso principal.
Dos ascensores se sitúan a cada lado de la recepción principal en la que unos monitores reflejan el exterior del edificio. Deciden no separarse por lo que toman el ascensor del lado este. Su idea es subir a la última planta y bajar por las escaleras piso por piso investigando todas las salas que se encuentren. El edificio tiene doce plantas. Al llegar a la última y abrirse la puerta ven un enorme corredor vacío y al fondo el acceso a una gran sala con luz. Se dirigen hacía allí armados con las ametralladoras que tomaron de los encargados de la seguridad muertos del centro de control de enfermedades.
Antes de llegar un ruido les alerta y detiene. Proviene del interior de la sala. Suena como si estuviesen rompiendo algo, tirando cosas. Se perciben gritos que pueden identificarse con la voz de un hombre. Lentamente, los Víctor se encaminan hacía allí y, una vez frente a la puerta, la abren para descubrir en su interior a un hombre de sobra conocidos por todos: el doctor Pérez.





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