sábado, 26 de agosto de 2017

Sujeto cero capítulo 3



III

La alarma se encendió hacía cinco minutos, el tiempo que ha tardado el doctor Pérez en bajar de su habitación en el ala oeste del complejo a la habitación del sujeto XV. Al llegar allí comprueba lo que se temía: el sujeto ha escapado. En su interior dos enfermeros muertos que presentan síntomas de haber fallecido por heridas internas. Quizá la solución final que le administraron había dado resultado, piensa el doctor.
El protocolo es claro. En el momento en que se encienden las alarmas se produce un cierre del complejo que solo puede abortarse desde la sala de control. Al mismo tiempo, un grupo de llamados “limpiadores” accede al complejo a través del elevador central para eliminar cualquier posible contaminación. Este cuerpo de seguridad forma parte de Control y solo actúan en caso de fuga de uno de los sujetos. Hasta el momento no se habían desplegado.


Todo esto significaba que tenía que salir del complejo antes de que el cierre total se completara. Una vez el servicio de limpieza se encontrase en su interior sus ordenes eran ejecutar a todo aquel con el que entrasen en contacto, fuese un sujeto o un médico. Deshaciendo sus pasos se dirige hacía el elevador central comprobando en su camino como las puertas de las habitaciones del resto de sujetos permanecen cerradas. Durante su trayecto encuentra el cuerpo de algunos enfermeros victimas de disparos. Si lugar a dudas del equipo de limpieza que ya ha llegado al complejo y ha comenzado a ejecutar sus ordenes.
Antes de salir tiene que hacer una parada por la sala médica en la que creó la última sustancia que le fue inoculada al sujeto XV. Quiere una muestra de la misma para llevársela. Haya sucedido lo que haya sucedido lo que le queda claro es que esa dosis ha provocado algo en el sujeto que ha desencadenado todo el caos subsiguiente a un nivel similar al que fue testigo con el sujeto cero años atrás.
Una vez con la dosis en su poder comprueba que el camino hasta el elevador central está despejado y se dirige hacía allí. Todavía no se ha completado el bloqueo porque el elevador continua operativo por lo que logra escapar. Al llegar a la superficie contempla de nuevo el mundo que dejó atrás hace cinco años. Los cinco años en los que ha permanecido bajo tierra trabajando Control ha construido a su alrededor una micro ciudad autónoma, en medio de la nada. En la misma viven los miembros de Control, los servicios de limpieza y una serie de científicos, ejecutivos y personas de las que Pérez desconoce su existencia.
Una vez fuera del centro de control de enfermedades, como le gustaba llamarlo, su único objetivo es abandonar la micro ciudad para conseguir su libertad. Para el mundo exterior está muerto. Murió, junto con sus dos colegas, en un accidente de coche cinco años atrás cuando comenzaron a trabajar para Control. Les crearon nuevas identidades tanto a ellos como a todos los trabajadores del complejo. Sin duda, la infraestructura legal para conseguir algo así debió ser descomunal, pero a Pérez nunca le importó mientras le dejasen trabajar en su descubrimiento.
Si consigue escapar sabe que no puede volver a mostrarse nunca más, deberá permanecer en la sombra, siempre escondido, solo con su solución extraída del sujeto cero, pero nunca más tendrá acceso al sujeto mismo que permanecerá con Control. Ellos limpiarán el desastre y volverán a empezar. Contratarán nuevos científicos para que trabajen en la clonación del sujeto cero y el nombre de Pérez jamás será oído de nuevo. Pero no hay otra opción.
Cuando se encuentra corriendo por una de las estrechas calles del sector comercial es descubierto por un agente de seguridad que le da el alto. Pérez no se detiene. Gira en la próxima esquina e intenta huir, pero no es posible porque al final de la nueva calle por la que escapa hay otros dos miembros más de seguridad. Está acorralado. Quizá sea hora de rendirse y afrontar las consecuencias.





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