jueves, 4 de mayo de 2023

Nada

 



Mira el mar como quien espera que algo aparezca en el horizonte, como si en la distancia pudiese encontrar lo que se esconde en lo más profundo de su ser.

El movimiento rítmico de las olas le relaja, el sonido de su vaivén le transporta a otros mundos, más sencillos, en los que puede realizar sus sueños sin dificultad, sin las trabas que el día a día le impone. 

Si cierra los ojos el mundo desaparece, solo están él y el vacío, el sonido y sus pensamientos, en una armoniosa conjunción ajena al tiempo y al espacio, a la edad y la condición física.

Ni siquiera nota el tacto de la arena entre los dedos de sus pies, el calor del sol en su piel, el pelo alborotado por las repentinas corrientes de aire. 

Durante unos minutos, ¿unas horas tal vez? No hay nada más, no necesita nada más, no espera nada más. 

Ojalá todos los momentos fuesen así piensa, pero rápidamente se desdice porque si todos los momentos fuesen así no habría espacio para nada más, no tendría nada con qué comparar esos momentos y darse cuenta de lo especiales que son, no tendría vida que vivir.