Cerré los ojos y el
mundo había cambiado.
Así fue como comenzó
todo. Mi deseo de cambiar se había visto cumplido antes de lo que
esperaba y no de la forma en la que esperaba. Necesitaba un cambio,
huir de mi vida cotidiana y comenzar de cero. A todos nos llega un
momento en la vida en el que estamos perdidos, no sabemos dónde ir o
qué hacer, un momento en el que la rutina se ha apoderado de
nosotros con tanta fuerza que nos resulta impensable que puedan
existir otras opciones u alternativas. Vivimos prisioneros encerrados
en nuestras casas y trabajos esperando el día de mañana para luego
desear que vuelva a ser ayer.
Yo ya había llegado a
ese punto. Estaba cansado de mi vida, harto de no llegar a ninguna
parte y de ver como el tiempo pasaba y yo me iba muriendo cada día
un poco más. Quería cambiar, pero no sabía cómo. Mi deseo se iba
perdiendo conforme los días avanzaban y veía como mis intenciones
se desvanecían por la noche mientras por la mañana las renovaba una
y otra vez. Era un circuito cerrado del que no podía escapar. Me
engañaba a mí mismo pensando que podía conseguirlo en cuanto me lo
propusiese, pero antes o después me fallaba la fuerza de voluntad.
Cansado,
cerré los ojos y desee con todas mis fuerzas tener esa fuerza para
cambiar mi vida. No podía imaginar que mi deseo se cumpliría tan
rápido y de la forma en que lo hizo.
Cerré los ojos y el
mundo había cambiado.
(Esta historia forma parte del libro Pequeñas historias, relatos y pensamientos que se puede comprar a través de Amazon en el siguiente enlace)
(Esta historia forma parte del libro Pequeñas historias, relatos y pensamientos que se puede comprar a través de Amazon en el siguiente enlace)
Tweet