martes, 28 de febrero de 2023

El libro


Ahí se encuentra el libro, sobre el estante, inmóvil, sin tocar desde hace una semana. Solo faltan por leer las últimas 4 páginas, pero Ramón está posponiendo su lectura tanto tiempo como le es posible. Por temor. Por temor a encontrar en esas últimas 4 páginas un final que no le guste, que cambie su percepción de las 346 precedentes. Por temor a finalizar una etapa, a abandonar un mundo que ha sido suyo durante muchos trayectos de casa al trabajo y del trabajo a casa. Por temor a comenzar una nueva historia, una nueva etapa que quizá no le llene de la misma manera, que le suponga un compromiso al que no quiere atarse.

Durante una semana ha mirado el libro de reojo cada vez que pasaba por el salón. Alguna ocasión ha pensado que no aguantaría más y se ha acercado a sus páginas, pero no ha llegado a cogerlo, no se ha atrevido.

Hoy se ha propuesto terminarlo. Las condiciones son ideales, tiene tiempo en casa, sin otras obligaciones y, tras su lectura, irá a dormir para que lo último que haga ese día sea finalizar el libro. Sean satisfactorias o no las últimas 4 páginas podrá reposar de su lectura en la cama y despertar nuevo al día siguiente.

Coge el libro y se dirige donde el marca páginas le indica, donde no se atrevió a continuar pese a que la historia era tan interesante y el conflicto estaba a punto de resolverse que cualquier otro lector habría devorado esas páginas finales con más velocidad de la acostumbrada.

Comienza a leer, menos 4 páginas, y así prosigue hasta que la última palabra entra por sus ojos y se instala ahí prisionera de su memoria. Cierra el libro, lo coloca en su estantería y se va a dormir esperando que al día siguiente la nueva historia que comience le proporcione las mismas emociones que la que acaba de terminar. Quizá sea así, quizá no. Al final un libro es un reflejo de la vida, un continuo cambio de etapas, emociones y decepciones, expectativas y realidades, inicios y finales.