domingo, 3 de septiembre de 2017

Sujeto cero: Segmento 1A



Es la primera vez en toda mi carrera que me llaman a una escena del crimen. Tras diez años en el cuerpo me veo obligado a abandonar la comodidad de mi despacho para dirigirme a un bloque de apartamentos en el que un hombre ha sido encontrado muerto. A pesar de mi experiencia en la academia no me he enfrentado nunca a un caso así, mi trabajo siempre trata acerca de documentos, firmas y solicitudes. Es más, en mis diez años de servicio apenas he visto a un compañero salir a una escena del crimen más que un par de veces. Según las estadísticas los asesinatos apenas ocurren una o dos veces al año y suelen resolverse rápidamente. En una ocasión pude acceder a un informe de uno de estos casos, y si no supiese lo bien que se trabaja en nuestro departamento podría pensar que era demasiado limpio como para tratarse de un caso real.


No es la mejor tarde para comenzar a investigar un caso. Llueve como hace mucho tiempo que no sucede. A pesar de ser verano son comunes en este distrito las lluvias repentinas como esta, no obstante, se trata de la primera del año. Este detalle dificultará la investigación debido a que el cuerpo se encuentra en un pequeño patio que da acceso al bloque de viviendas. Se trata de la disposición habitual para cualquier vivienda del distrito. Todos los edificios son uniformes siguiendo la misma distribución: un pequeño patio de entrada a un largo pasillo que une dos portales, cada uno de los cuales con siete pisos de altura y cuatro domicilios por planta. En todo el distrito Este se repite esta imagen dando a la ciudad un aspecto completamente homogéneo. A algunos no les gusta, pero somos mayoría los que pensamos que cuanto más ordenadas estén las cosas mejor para todos.

Cuando llego a la dirección indicada solo encuentro a un compañero del departamento de avisos. Ellos son los encargados de responder a quienquiera que reporte el crimen y dirigirse los primeros a la escena para documentarla. A partir de ahí, somos nosotros, los detectives, los encargados de investigar las causas y buscar posibles culpables. Al menos esa es la teoría porque nunca se ha juzgado a nadie como culpable de un delito de asesinato. Los pocos casos documentados se han resuelto como casos sin culpable aparente o se han etiquetado como accidentes o suicidios. Es probable que este entre en una de estas categorías. A pesar de todo, es mi primer caso y quiero hacer todo lo posible para resolverlo, por muy evidente que pueda parecer en un primer momento.

-Buenas noches- le digo al compañero de avisos.
-Buenas noches- me responde. –Llevo aquí dos horas, ya pensaba que no vendría nadie.
-¿Dos horas?-pregunto extrañado. –Me han avisado hace apenas media hora. De hecho, el fax que recibimos de vuestra oficina tiene registrada como hora del suceso las 21:00.
-Pues alguien se ha equivocado. El hecho es que desde las 20:00 estoy aquí esperando. Ya está todo registrado en mi informe. Si me lo firmas te dejo con él para que comiences tu labor.

Todavía confuso por esa falta de uniformidad en la información tramitada firmo el informe y me despido de él. Me quedo a solas con el cadáver. Se trata de un hombre joven, sobre los treinta años, pelo corto castaño, ojos verdes, 1.80 de altura y diría que no más de 80 kilos. El forense se encargará de corroborar todos estos datos. El cuerpo se encuentra decúbito supino sin señales de lucha o lesiones aparentes. Está vestido con unos vaqueros y una camisa de manga larga y zapatos marrones. No hay sangre alrededor del cuerpo por lo que descarto una caída desde lo alto.

Saco la cámara y hago algunas fotografías del cuerpo y de la zona. Muevo el cuerpo unos metros y marco el área en la que se encontraba con spray. Una vez analizado todo lo posible llamo a la ambulancia para que vengan a por el cuerpo y lo trasladen a la morgue. Espero pacientemente mientras me fumo un cigarrillo y cuando llegan procedo a realizar una serie de preguntas a los vecinos para recabar cualquier posible información acerca del fallecido y de lo que puede haber sucedido. No saco mucho en claro, los vecinos apenas le conocían. Todos coinciden en que se trataba de una persona extremadamente reservada, que no que hacía ruido y apenas salía de casa. Se mudó a ese domicilio apenas tres meses antes y nunca han visto que entrase nadie más en su casa.

Una vez he terminado me dirijo a la oficina para presentar mi informe. Es un trámite administrativo ya que no se pueden realizar más investigaciones hasta el día posterior al fallecimiento, solo las que podemos sacar en la escena del crimen. Una vez presento mi informe ante mi inmediato superior recojo mis cosas y me voy a casa. Ha sido un día largo y la jornada siguiente lo será más al tener que empezar a investigar activamente el suceso. Cuando llegue a casa estableceré una hoja de ruta para saber qué tengo que hacer y qué líneas de investigación puedo seguir. Me gusta llevar una libreta donde apuntar todo mi trabajo, incluso el más banal, a pesar de que cada vez es más difícil encontrar a la venta este tipo de material. Debido a las restricciones sobre el papel somos muy pocos los que disponemos de un cuaderno o algún libro en casa. Diez años antes era más sencillo, pero tras el inicio de la crisis del papel cinco años atrás multitud de negocios e imprentas tuvieron que cerrar y muchos libros fueron requisados por el gobierno para poder reciclarlo en materiales más necesarios.

Vivo solo por lo que no molesto a nadie llegando a las horas en que lo hago. De hecho, la mayoría de nosotros vivimos solos, no me refiero unicamente a nuestra profesión. Hoy en día es muy complicado establecer relaciones personales. Entre el tiempo que pasamos en el trabajo y las pocas alternativas de ocio disponibles conocer a una mujer es cada vez más complicado. Es normal que la mayoría de los hombres prefieran estar solos a compartir su vida con una mujer, incluso aunque solo sea para un rato. Digamos que la época en que el sexo era algo muy normal e incluso extendido llegó a su fin hace tiempo, más o menos en la época de la crisis del papel. Desde entonces la exposición de mensajes sexuales se han reducido a cero y se han comenzado a inculcar una serie de valores más pulcros que todos hemos abrazado de la forma más natural posible.

Es posible pensar que a muchos no les gustaría llevar un tipo de vida como la que tenemos hoy día, pero poca gente encuentro que eche de menos los viejos tiempos. En general, cada uno está satisfecho con su vida, o eso demuestran las encuestas periódicas que se muestran en los centros de trabajo. Es una de las pocas cosas que todavía se imprimen en papel.

Una vez puestas mis ideas en la libreta ceno algo de sobras de la comida del día anterior y me dirijo a la cama con el objetivo de dormir unas pocas horas antes de volver a la oficina a investigar mi primer posible asesinato.







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