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La
oscuridad del bosque es total durante la noche. Ninguna luz se filtra
entre las ramas de los arboles y ningún animal se atreve a moverse
por temor a la misma negrura. Así es como sucede en los lugares
oscuros. Estos lugares no son como el resto de sitios, incluso aunque
de noche puedan parecer todos similares. Los lugares oscuros no son
conocidos así solo por la ausencia de luz que los inunda, sino
porque en ellos suceden cosas que no son capaces de explicarse con
razonamientos convencionales.
Los
lugares oscuros estaban totalmente definidos en el tiempo de nuestro
relato y nadie se adentraba en ellos desde que el caballero Trok lo
intentara mucho tiempo atrás. Los más viejos del lugar contaban que
Trok se adentró en uno de aquellos sitios dispuesto a demostrar que
no había nada que temer, al menos nada más que en cualquier otro
lugar en el que habitasen animales salvajes de noche.
Trok
entró y nunca salió. Nadie fue a buscarle. Su desaparición ayudó
a consolidar la leyenda de que en los lugares oscuros era mejor no
poner el pie pues cosas extrañas sucedían. Es en uno de estos
lugares, en el bosque del condado, en el que Rij y Tem despertaron.
Cuando
lo hicieron era de noche, a pesar de que no fuesen capaces de
distinguirlo, porque para ellos en los lugares oscuros siempre era de
noche, o así decían. Habían sobrevivido a la corriente del río y
suponían que la misma les había arrastrado a una orilla que
discurría por dentro del bosque. Podían oír agua correr por lo que
dieron esta teoría por acertada.
Se
encontraban muy asustados, pero Rij enseguida tranquilizó a su
hermano diciendo que no había nada de lo que preocuparse, que
dormirían y cuando se despertasen podrían abandonar el bosque
ayudados por la luz de la mañana. Rij no creía que fuese a haber
luz alguna en el bosque, pero eso es lo que le contó a su hermano.
No
les costó mucho dormirse, a pesar de que tenían miedo porque se
encontraban agotados física y psicológicamente. Cuando despertaron
había luz, no mucha, pero la suficiente para poder ver por dónde
iban. Esto animó a los chicos, especialmente a Rij, que no pensaba
que fuese posible pese a lo que le había contado a su hermano, y
emprendieron la marcha. Tenían dos opciones, ir en una de las dos
direcciones del río. Al haber sido arrastrados por la corriente
hasta allí pensaron que lo lógico sería ir en dirección contraria
a la misma por lo que tomaron ese rumbo.
Con
más claridad pudieron ver el interior del bosque por primera vez.
Estaba repleto de arboles, pero no arboles normales como los que
habían visto toda su vida, sino hermosos ejemplares cuyas raíces y
ramas se retorcían por todas partes como si quisieran alcanzar algo
que estuviese muy alejado de ellos. Los troncos se elevaban tanto que
no permitían ver el cielo tapado con las copas y las ramas más
altas. Eran todos verdes, de un color muy claro e intenso como si se
encontrasen en las mejores condiciones posibles para crecer, lejos de
la influencia de los hombres.
Se
escuchaban constantemente ruidos alrededor. Parecían pájaros, pero
algunos sonidos no pudieron identificarlos claramente. Comenzaron a
pensar si existirían otros tipos de animales y criaturas que no
conocían y si supondrían un peligro para ellos. Los insectos que
podían ver al caminar eran más grandes que los que habían visto
hasta ese momento: hormigas, mosquitos y algunos saltamontes. Todo
parecía más grande o ellos más pequeños.
Enseguida
Tem comenzó a quejarse porque tenía hambre. Llevaban casi un día
sin probar bocado y sus estómagos lo notaban. No parecía que
hubiese nada que llevarse a la boca alrededor por lo que Rij le dijo
a Tem que permaneciese sentado a la orilla del río en la misma
localización en la que estaban mientras él se adentraba un poco en
busca de alguna fruta que llevarse a la boca.
Pese
a las reticencias que puso el hermano pequeño, Rij abandonó la
ribera del río unos pocos metros y llegó enseguida a un claro
rodeado por lo que parecían ser arboles frutales. Qué tipo de fruta
no está del todo claro. Algunos dicen que eran melocotones, pero la
mayoría coincide en que se trataba de algún tipo de fruta que no se
había visto nunca en el condado o alrededores. Estaban algo elevadas
para poder cogerlas desde el suelo por lo que Rij tuvo que agarrarse
a algunos arboles y escalar por las ramas para alcanzarlas. Dejó
caer varias al suelo, las recogió y volvió a por su hermano para
compartir el festín.
Sin
embargo, cuando llegó no logró encontrarle. No estaba. Habían
pasado pocos minutos desde que se fue a buscar fruta y aquel
impaciente no había aguantado sentado ni un mínimo. Depositó la
fruta en el suelo y comenzó a llamarle en voz alta, aun sabiendo que
podía llamar demasiado la atención de algún animal salvaje que se
encontrase por los alrededores. Tem no contestó. Decidió esperar en
el sitio confiando en que su hermano volviese al mismo lugar en el
que le había dejado. Afortunadamente así sucedió y apenas unos
momentos más tarde Tem se dejó ver. Aunque no exactamente igual que
la última vez en que su hermano le contempló.
Tem
era más grande. Rij siempre había sido varios centímetros más
alto que su hermano, quizá una cabeza entera, y en aquel momento Tem
le sacaba a Rij varios centímetros, quizá una cabeza entera.
Ninguno de los dos se lo podía creer. Rij preguntó dónde había
estado y qué había hecho a lo que su hermano contestó que se fue
un momento unos metros más alejado para beber algo de agua del río
porque tenía sed. ¿Habría sido el agua lo que provocó ese aumento
de tamaño?. No podía ser porque durante todo el tiempo que fueron
arrastrados por la corriente debieron tragar mucha agua y nada había
pasado. ¿O sí?. Tem era más alto que Rij, pero es cierto que Rij
también era más alto que antes de adentrarse en el bosque. No
tuvieron que darle muchas más vueltas a la cabeza para deducir que
el agua que habían bebido del río les había provocado ese
crecimiento anómalo.
Enseguida
Rij determinó que no debían beber más. A saber cuánto podían
crecer si seguían haciéndolo y qué efectos secundarios tendría.
En aquel momento más que dos niños parecían ya dos adolescentes
casi formados. Se sentaron en el sitio y comieron la fruta que Rij
había conseguido poco antes. No les supo muy bien, pero se la
comieron toda porque era lo único que tenían a mano y no sabían
cuándo podrían volver a comer.
Tras
el desayuno era la hora de emprender el camino de vuelta y seguir el
río rumbo a casa.
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