Es
la primera vez en toda mi carrera que me llaman a una escena del
crimen. Tras diez años en el cuerpo me veo obligado a abandonar la
comodidad de mi despacho para dirigirme a un bloque de apartamentos
en el que un hombre ha sido encontrado muerto. A pesar de mi
experiencia en la academia no me he enfrentado nunca a un caso así,
mi trabajo siempre trata acerca de documentos, firmas y solicitudes.
Es más, en mis diez años de servicio apenas he visto a un compañero
salir a una escena del crimen más que un par de veces. Según las
estadísticas los asesinatos apenas ocurren una o dos veces al año y
suelen resolverse rápidamente. En una ocasión pude acceder a un
informe de uno de estos casos, y si no supiese lo bien que se trabaja
en nuestro departamento podría pensar que era demasiado limpio como
para tratarse de un caso real.
No
es la mejor tarde para comenzar a investigar un caso. Llueve como
hace mucho tiempo que no sucede. A pesar de ser verano son comunes en
este distrito las lluvias repentinas como esta, no obstante, se trata
de la primera del año. Este detalle dificultará la investigación
debido a que el cuerpo se encuentra en un pequeño patio que da
acceso al bloque de viviendas. Se trata de la disposición habitual
para cualquier vivienda del distrito. Todos los edificios son
uniformes siguiendo la misma distribución: un pequeño patio de
entrada a un largo pasillo que une dos portales, cada uno de los
cuales con siete pisos de altura y cuatro domicilios por planta. En
todo el distrito Este se repite esta imagen dando a la ciudad un
aspecto completamente homogéneo. A algunos no les gusta, pero somos
mayoría los que pensamos que cuanto más ordenadas estén las cosas
mejor para todos.
Cuando
llego a la dirección indicada solo encuentro a un compañero del
departamento de avisos. Ellos son los encargados de responder a
quienquiera que reporte el crimen y dirigirse los primeros a la
escena para documentarla. A partir de ahí, somos nosotros, los
detectives, los encargados de investigar las causas y buscar posibles
culpables. Al menos esa es la teoría porque nunca se ha juzgado a
nadie como culpable de un delito de asesinato. Los pocos casos
documentados se han resuelto como casos sin culpable aparente o se
han etiquetado como accidentes o suicidios. Es probable que este
entre en una de estas categorías. A pesar de todo, es mi primer caso
y quiero hacer todo lo posible para resolverlo, por muy evidente que
pueda parecer en un primer momento.
-Buenas
noches- le digo al compañero de avisos.
-Buenas
noches- me responde. –Llevo aquí dos horas, ya pensaba que no
vendría nadie.
-¿Dos
horas?-pregunto extrañado. –Me han avisado hace apenas media hora.
De hecho, el fax que recibimos de vuestra oficina tiene registrada
como hora del suceso las 21:00.
-Pues
alguien se ha equivocado. El hecho es que desde las 20:00 estoy aquí
esperando. Ya está todo registrado en mi informe. Si me lo firmas te
dejo con él para que comiences tu labor.
Todavía
confuso por esa falta de uniformidad en la información tramitada
firmo el informe y me despido de él. Me quedo a solas con el
cadáver. Se trata de un hombre joven, sobre los treinta años, pelo
corto castaño, ojos verdes, 1.80 de altura y diría que no más de
80 kilos. El forense se encargará de corroborar todos estos datos.
El cuerpo se encuentra decúbito supino sin señales de lucha o
lesiones aparentes. Está vestido con unos vaqueros y una camisa de
manga larga y zapatos marrones. No hay sangre alrededor del cuerpo
por lo que descarto una caída desde lo alto.
Saco
la cámara y hago algunas fotografías del cuerpo y de la zona. Muevo
el cuerpo unos metros y marco el área en la que se encontraba con
spray. Una vez analizado todo lo posible llamo a la ambulancia para
que vengan a por el cuerpo y lo trasladen a la morgue. Espero
pacientemente mientras me fumo un cigarrillo y cuando llegan procedo
a realizar una serie de preguntas a los vecinos para recabar
cualquier posible información acerca del fallecido y de lo que puede
haber sucedido. No saco mucho en claro, los vecinos apenas le
conocían. Todos coinciden en que se trataba de una persona
extremadamente reservada, que no que hacía ruido y apenas salía de
casa. Se mudó a ese domicilio apenas tres meses antes y nunca han
visto que entrase nadie más en su casa.
Una
vez he terminado me dirijo a la oficina para presentar mi informe. Es
un trámite administrativo ya que no se pueden realizar más
investigaciones hasta el día posterior al fallecimiento, solo las
que podemos sacar en la escena del crimen. Una vez presento mi
informe ante mi inmediato superior recojo mis cosas y me voy a casa.
Ha sido un día largo y la jornada siguiente lo será más al tener
que empezar a investigar activamente el suceso. Cuando llegue a casa
estableceré una hoja de ruta para saber qué tengo que hacer y qué
líneas de investigación puedo seguir. Me gusta llevar una libreta
donde apuntar todo mi trabajo, incluso el más banal, a pesar de que
cada vez es más difícil encontrar a la venta este tipo de material.
Debido a las restricciones sobre el papel somos muy pocos los que
disponemos de un cuaderno o algún libro en casa. Diez años antes
era más sencillo, pero tras el inicio de la crisis del papel cinco
años atrás multitud de negocios e imprentas tuvieron que cerrar y
muchos libros fueron requisados por el gobierno para poder reciclarlo
en materiales más necesarios.
Vivo
solo por lo que no molesto a nadie llegando a las horas en que lo
hago. De hecho, la mayoría de nosotros vivimos solos, no me refiero
unicamente a nuestra profesión. Hoy en día es muy complicado
establecer relaciones personales. Entre el tiempo que pasamos en el
trabajo y las pocas alternativas de ocio disponibles conocer a una
mujer es cada vez más complicado. Es normal que la mayoría de los
hombres prefieran estar solos a compartir su vida con una mujer,
incluso aunque solo sea para un rato. Digamos que la época en que el
sexo era algo muy normal e incluso extendido llegó a su fin hace
tiempo, más o menos en la época de la crisis del papel. Desde
entonces la exposición de mensajes sexuales se han reducido a cero y
se han comenzado a inculcar una serie de valores más pulcros que
todos hemos abrazado de la forma más natural posible.
Es
posible pensar que a muchos no les gustaría llevar un tipo de vida
como la que tenemos hoy día, pero poca gente encuentro que eche de
menos los viejos tiempos. En general, cada uno está satisfecho con
su vida, o eso demuestran las encuestas periódicas que se muestran
en los centros de trabajo. Es una de las pocas cosas que todavía se
imprimen en papel.
Una
vez puestas mis ideas en la libreta ceno algo de sobras de la comida
del día anterior y me dirijo a la cama con el objetivo de dormir
unas pocas horas antes de volver a la oficina a investigar mi primer
posible asesinato.
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